Siempre he sentido un gran respeto por otras disciplinas creativas, sobretodo por aquellas que lindan con el diseño. Supongo que el conocer de primera mano la dificultad que entrañan y al mismo tiempo sentirme víctima de la ignorancia social, me hace empatizar con otros profesionales.
Soy consciente de que, a la hora de realizar mis proyectos, tengo que caminar por determinadas zonas fronterizas, sobretodo en temas secundarios dentro de algún proyecto mayor (una ilustración, una fotografía, un espacio) y que por extensión, presupuesto o tiempo no se puede recurrir a un especialista.
Pero nunca se me ocurriría decir que soy ilustrador, fotógrafo o interiorista, de la misma manera que no diría que soy cocinero por hacerme la comida a diario.
Por eso me llama mucho la atención cómo la gente miente descaradamente en sus perfiles profesionales. Entiendo que cuando haces un proyecto gestionas tu tiempo y tus recursos, planteas tus referentes y tu estilo, desarrollas elementos gráficos y compones láminas, redactas textos y maquetas memorias. Pero de ahí a ser Gestor de Proyectos, Director de Arte, Diseñador Gráfico, Redactor o Diseñador Editorial, hay bastante recorrido…
Supongo que al diferenciar entre lo que soy y lo que sé hacer me cierro puertas, pero si quiero que me respeten debo empezar por mi mismo.